Sandra Gonzalez
¿Existe algo así como “la acción completa”?
¿Una acción que sea sin esfuerzo, adecuada, compasiva y responsable ?
“La acción completa ocurre en armonía con la circunstancia presente”
Lao Tzu
Para estar en armonía con la circunstancia presente tenemos que estar en contacto directo de manera abierta y sin elección con lo que está ocurriendo en este momento, ¿no es así? En este momento, exactamente como es, no como pensamos o sentimos que está ocurriendo, lo que incluye interpretar, comparar; siempre en referencia a nuestras ideas y creencias.
Entonces, la acción o no acción que la circunstancia del momento está llamando, emerge desde esta apertura en donde el escucha o la percepción no tiene centro sino sabiduría, inteligencia y amor. Que “no tiene centro” significa sin agenda o motivo, libre de la modalidad de la preocupación por uno mismo o actividad centrada en el “ yo “.
Viviendo desde la apertura, el interés y la curiosidad, en contacto directo con lo que está aquí en el momento presente, no hay necesidad de una autoridad externa para que seamos respetuosos y sensibles con los demás. Estando aquí, en contacto con lo que es, es suficiente; es todo lo que se necesita, la percepción es mas completa, incluyendo la consecuencias de la acción. ¿No es acaso esa la esencia de la responsabilidad?
Contiene todas las llamadas virtudes: compasión, humildad y verdadera inteligencia. Y como Toni Packer respondió cuando un amigo preguntó si había alguna necesidad de practicar compasión y conciencia plena para ser éticos, “vivir desde la Presencia es ético”. Fue una explosión de esa verdad cuando se oyó esa frase, la profunda simplicidad de ese hecho.
Explorando mas este vivir desde el momento presente, hay conciencia de lo que está ocurriendo dentro y fuera. De hecho, no hay adentro o afuera, sólo un escuchar, conexión y espacio desde donde surgen las respuestas. La percepción no está fragmentada, es completa, sin estar distorsionada por prejuicios y deseo. Luego hay claridad de acción; una claridad que es el resultado natural de estar aquí, sin identificarnos con nuestras creencias, pero conscientes de ellas.
Las respuestas desde este espacio de no-identificación (con nuestros incontables “se debería” y “no se debería”, imágenes e historias) son acciones espontáneas, ya que, viviendo momento a momento, no podemos saber qué es lo que sigue. Consecuentemente nuestras respuestas o acciones no pueden ser planeadas, reflexionadas o programadas: ¿quién sabe y puede decirnos cómo comportarnos momento a momento o qué es lo correcto para hacer? Estas respuestas o acciones son carentes de miedo ya que el circuito preocupación-en uno mismo o actividad centrada en el “ YO “ no está operando: preocupación-en uno mismo de “¿estoy en lo correcto? Tal vez debería hacer algo distinto; o ¿y si estoy totalmente equivocado? ¿Qué pensarán mis amigos de mi?” y así sucesivamente.
Este miedo paralizante de estar equivocado, no agradar o no ser querido, estrecha nuestra perspectiva, evitando que respondamos adecuadamente y espontáneamente. En su lugar, filtra y distorsiona los hechos según interpretaciones basadas en experiencias pasadas; reaccionando a cualquier situación desde esas creencias e imágenes almacenadas en nuestra memoria, códigos de conducta que nos dicen cómo comportarnos, pensar, y sentir. Estas reacciones secuestran energía que podría ser usada, inteligentemente, para encontrarnos con los desafíos que la vida nos presenta momento a momento.
Estas reacciones que provienen de experiencias, positivas o negativas, han sido almacenadas en el cuerpo como memorias: memorias sentidas de emociones y sentimientos así como comandos de “debería” y “no debería” que incluye nuestro sistema de creencias, trabajando juntos y resultando en una reactividad automática, basada en el pasado y proyectando un futuro basado en ese pasado. Los otros y el mundo son evaluados desde esas imágenes y creencias – hemos construido un mundo “conocido” que creemos ser real.
Estas imágenes de nosotros mismos y otros están almacenadas en el subconsciente, moldeando nuestras vidas enteras. Ellos condicionan la manera en que funcionamos y respondemos a diferentes circunstancias. La identificación con esas imágenes e historias de nosotros mismos y otros es reforzada hasta el punto en que comenzamos a comportarnos como esas imágenes/programas – en forma automática, inconsciente. Entonces, la energía de nuestra vida es usada para defenderlas, para mantenerlas intactas y refinarlas para ser mejores: mejores personas, más amables, más inteligentes, aspirando a la perfección. Y si fracasamos en alcanzar nuestros ideales entramos en un ciclo sin fin de querer mejorar, buscando seguridad en imágenes que están condenadas a ser fracturadas, destruidas.
Un circuito sin fin del “YO”. Un circuito de interés por sí mismo, preocupación por sí mismo: de llegar a ser esto o lo otro, o ni esto ni lo otro. Nunca feliz, nunca satisfecho, nunca del todo finalmente allí, sintiéndose inadecuados, incompletos, siempre faltando algo, creando un sentimiento de vacío y aislamiento. Competitividad, celos, culpa, enojo, tristeza y frustración son algunas de las emociones y sentimientos que forman parte de lo que podemos llamar el Sufrimiento Condicionado de la Mente Humana.
Increíblemente, todo esto sucede en forma inconsciente, en piloto automático, nadie a quien responsabilizar o dar créditos. Nadie haciéndolo, sólo el circuito de “MI MISMO” recreándose a sí mismo eternamente, alimentándose de sí mismo, hasta que la Luz llega iluminando este hecho; Luz/Presencia que llega de ningún lado y de nadie. Es sólo la Vida revelándose a sí misma la Verdad de lo que es, tal cual es. ¡Sólo eso!
Vivir momento a momento es no vivir desde el sueño de mi VIDA. Es ver lo que surge momento a momento por lo que es: historias como historias, pensamientos como pensamientos, hechos como hechos. Sin confusión. Luego sólo existe SER/VIVIR, respondiendo a lo que sea que este momento nos revela y llame. Nuestras vidas se vuelven más simples, viviendo con humildad y compasión hacia uno mismo y otros. Con una mente abierta y flexible que no está fijada en nada, sino lista.
¡Aquí! ¡Vacía! ¡Sin saber!
Sandra Gonzalez